jueves, 23 de julio de 2015

CONCIERTO DE MAESTR@S

Organiza la Maestría en Interpretación de Música LA del s. XX, Facultad de Artes y Diseño


Fecha: 28 de julio
Hora: 21.30 hs.
Lugar: Teatro Independencia - Ciudad de Mendoza
Valor entrada general: 30 pesos
Programa:
Obras de Adriana Verdié: “ Four strings” para cuarteto de cuerdas y "De mujeres y elementos", para dos sopranos y piano. Obras para guitarra sola de Edín Solís (Costa Rica) y Astor Piazzolla (Argentina); para flauta sola de Diego Luzuriaga (Ecuador) y Juan Ortiz de Zarate (Argentina), y para piano de Alberto Ginastera (Argentina) y Carlos Guastavino (Argentina).
Solistas: Daniela Canale, guitarra /Musikum Salzburg, Austria , Beatriz Plana, flauta/UN Cuyo, Alejandro Cremaschi , piano/ College of Music University of Colorado at Boulder, EE.UU y Fernando Viani, piano/ Escuela Superior de Música de Berna, Suiza.

Con la participación de: Mariana Ruiz Díaz y Mariana Ledda, sopranos, Silvina Pérez Lacón, piano, José Luis Di Marco, violonchelo, cuarteto de cuerdas de la MIML.  

Ciclo de conferencias: Formación profesional, experiencias e influencias que informan la consolidación estilística de dos compositoras latinoamericanas en el exterior” II

 Organizado por el Proyecto de Investigación “Obras para cuerdas de compositores LA que residen fuera de sus países de origen” 2013-2015, aprobado por SeCTyP, la Secretaria de Extensión de la Facultad de Artes y Diseño e IDEGEM-UN Cuyo.
Conferencia- concierto con la Dra. ADRIANA VERDIÉ
Una compositora mendocina en el exterior/trayectoria, creación para cuerdas, música de cámara, y proyectos recientes

Fecha: 29 de julio, hora 21.15

Lugar: Auditorio Radio Nacional, c. Emilio Civit, Entrada libre
Adriana Verdié, mendocina, se recibió como Profesora de Música, especialidad Dirección coral en la UN Cuyo. Luego de graduarse como Magister en composición por por California State University Long Beach obtiene su título de Doctor en Composición en la University of California, Berkeley bajo la tutela del compositor argentino Jorge Liderman. Actualmente es Profesora de Composición, Teorías (Armonía, Contrapunto, Análisis, Audioperceptiva) en el Departamento de Música Bob Cole de la Universidad del Estado de California en Long Beach (CSULB).
Entre 2006 y 2010 ha sido compositora residente del quinteto de vientos Quintessential Winds. Ha sido conferencista invitada en varias oportunidades en la catedra de Historia de la Música para presentar distintos aspectos de la música LA, con énfasis en Ginastera, la Música popular y el Tango. Es fundadora y Presidente de la Unión de compositores en CSULB, la Universidad del Estado de California en Long Beach, EE.UU.

Entre sus distinciones podríamos nombrar el Primer premio del Concurso Toronto camerata,s Composition Competition, Menciónes de honor en el Concurso de Composición Britten-on-the-Bay y en el Newly Published Composition Competition de la Asociacion Nacional de flauta.
En 1996 y 1997 fue compositora seleccionada para participar del Verano de las Artes, de la Universidad del Estado de California, para trabajar con los compositores Andrew Imbrie, Mario Davidowski y Chen Yi y compositora seleccionada/participante en Ernst Bloch Music Festival Newport, Oregon, 1996, para trabajar con George Crumb, entre otros compositores. 



Ciclo de conferencias: Formación profesional, experiencias e influencias que informan la consolidación estilística de dos compositoras latinoamericanas en el exterior” I

 Organizado por el Proyecto de Investigación “Obras para cuerdas de compositores latinoamericanos que residen fuera de sus países de origen” 2013-2015, aprobado por SeCTyP, la Secretaria de Extensión de la Facultad de Artes y Diseño e IDEGEM-UN Cuyo.
Encuentro con LUCÍA CARUSO
 Una compositora mendocina inspirada en las montañas mendocinas
  
Fecha: 28 de julio, hora 18.30
Lugar: Auditorio Radio Nacional, c. Emilio Civit, Entrada libre.
Lucía Caruso es compositora y pianista mendocina, residente en Nueva York, en donde realizó sus estudios universitarios de piano en la Manhattan School of Music y una maestría en composición en la Universidad de Nueva York (New York University).
Antes de recibir la beca para realizar sus estudios en Estados Unidos, estudio piano en Mendoza con el profesor Gustavo Gatica y curso un año en la Escuela Superior de Música de la Universidad Nacional de Cuyo. En 1999 ganó el concurso de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo y toco como solista el concierto para piano y orquesta en Re Mayor de J. Haydn. En 2006 fue invitada nuevamente a tocar como solista con la Sinfónica de la UNCuyo el concierto para piano y orquesta en Do mayor K. 415 de W. A. Mozart.

Junto con su esposo, el compositor y multi-instrumentista Dr. Pedro H. da Silva fundó en Nueva York la “Manhattan Camerata”, orquesta de cámara de la cual ella es la directora artística y da Silva el director musical.
Lucía se ha presentado en salas como el Carnegie Recital Hall, el Palacio de Versalles, el Museo del Louvre en Francia, el auditorio de la Radio Húngara de Budapest, el Jardin des Tuileries y el Kew Royal Palace en Londres. También ha sido solista de la London Metropolitan Orchestra, la Orchestre Lamoureaux y la Sinfonica Juvenil de Costa Rica.

viernes, 3 de julio de 2015

Respuestas a Tim Hunt: Locas, histéricas, brujas, ahora lloronas…

Por Ana Franchi, investigadora del CONICET y presidenta de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT)

     En una entrevista posterior a sus declaraciones discrimiantorias, el premio Nobel Tim Hunt reconocía el error cometido al pronunciar aquellas palabras, pero reclamaba que el precio que tanto él como su esposa tuvieron que pagar por ellas fue "extremo e injusto". "Estaba nervioso y algo confuso, sí, cuando hice aquellos comentarios, que, por otro lado, no tienen excusa. Pero los hice en un tono jocoso, irónico", explicó. Parece que los comentarios de esta índole como millones de chistes machistas están naturalizados, o quizás estaban. La rápida reacción de mujeres científicas en las redes sociales ha llevado al Dr. Hunt a presentar su renuncia. Algo parece estar cambiando…
     La relación de las mujeres con la ciencia no ha sido fácil, y la historia de esta relación está  determinada por procesos históricos y sociales y por diversas instituciones que se han entronizados en lugares del “saber” religioso o académico. El poder nunca ha dejado de organizar hogueras para hacer cenizas nuestro conocimiento, nuestra experiencia, nuestra sabiduría, nuestra rebeldía.
      Entre la Baja Edad Media y la Edad Moderna, decenas de miles de mujeres fueron quemadas en la hoguera, acusadas de brujería, y otras tantas fueron torturadas y enviadas al destierro. Las brujas eran mujeres de ciencia, que ponían en práctica conocimientos heredados sobre plantas medicinales o ungüentos caseros con lo que prestaban un importante servicio a la comunidad, pero molestaban a las elites eclesiásticas, políticas y académicas y por ello fueron perseguidas y asesinadas. No tenemos que ir tan lejos, universidades de prestigio internacional como Princeton no aceptaron a su primer estudiante mujer en ciencias hasta 1975. Fue necesario, en el cercano 1997, un fallo de la Corte Suprema de Justicia para que las mujeres ingresaran al Colegio Nacional de Monserrat dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba.
     Una reciente investigación realizada en la Universidad de Indiana y publicada en la prestigiosa revista Nature muestra que si una investigación científica ha sido dirigida por una mujer, es menos probable que sea citada después por otros investigadores que si ha sido dirigida por un hombre. Incluso cuando se trata del reconocimiento las mujeres científicas siempre quedan relegadas a un segundo término. Nombres como Gertrude Elion, Emmy Noether o Gerty Cori han sido opacados por sus contrapartes masculinas, aun cuando estos hayan tenido menos relevancia en los estudios presentados. Uno de los casos más notorios es el de Jocelyn Bell Burnell, una de las grandes mujeres científicas de la historia que descubrió el primer quásar trabajando para Anthony Hewish, quien recibió individualmente el Nobel.
     Después de siglos de discriminación, cuando aumenta la cantidad de mujeres que se incorporan a la tarea científica, parece que nuestras lágrimas podrían ablandar a la dura ciencia.

miércoles, 1 de julio de 2015

Respuestas a Tim Hunt: La casta cama de la Razón

por Diana Maffía, integrante de la Red Argentina de Género Ciencia y Tecnología


        Hace algo más de 10 años, el entonces rector de la Universidad de Harvard,  Lawrence Summers atribuyó la poca cantidad de mujeres en ciencias y la superioridad de varones en matemáticas a razones biológicas. Lo hizo en un foro destinado a debatir la escasa representación de las mujeres en las áreas universitarias de matemáticas, ingeniería y ciencias físicas. Explicó la sub representación en puestos jerárquicos en el área de las ciencias y la ingeniería, por la negativa de las mujeres a trabajar muchas horas por día por tener que ocuparse del cuidado de sus hijos.

       Summers, un economista de carrera que se desempeñó como secretario del Tesoro durante la presidencia de Bill Clinton, afirmaba que las investigaciones sobre la mente, el cerebro y los comportamientos pueden resultar relevantes para analizar las disparidade de género en las ciencias, y para ejemplificarlo dio un ejemplo del determinismo genético que por error se atribuye a la socialización: si le daba dos camiones a su hija, los iba a tratar como muñecas y a uno lo iba a llamar mamá y al otro, papá.

       Estas afirmaciones se respaldan en la objetividad del conocimiento racional, que preserva a la ciencia de todo sesgo pasional. Sería interesante saber qué fue 10 años después de la hija de Summers. A él su provocación le costó cara: debió renunciar al rectorado y por primera vez en su historia Harvard eligió una mujer para reemplazarlo. Claro que la ciencia sigue dando respaldo a la misoginia. Y si puede, al determinismo biológico que aleja a las mujeres de los requisitos indispensables para construir conocimiento fiable en comunidades epistémicas valiosas. Otro profesor de Harvard, Harvey Mansfield en su libro Manliness, afirma que las mujeres son menos competitivas, no les gustan los riesgos ni la abstracción y son demasiado emocionales.

      No vamos a decir que varones y mujeres no tenemos diferencias, porque las tenemos y son visibles y medibles. Hay cosas que sólo nos pasan a las mujeres: menstruar, gestar, parir, lactar, abortar. Eso es un hecho. La interpretación y valoración de ese hecho, sin embargo, corre por cuenta de la biología, la medicina, el derecho, la teología, entre otras actividades de la cultura humana en cuyo diseño y desarrollo las mujeres casi no hemos participado desde sus inicios en la modernidad hasta la segunda mitad del siglo XX.

      Cuando hace pocos días el prestigioso premio nobel en medicina Tim Hunt opinó sobre la inconveniencia de la presencia de mujeres en los laboratorios (precisamente por los riesgos que implica su excesiva emocionalidad), su misoginia le costó renunciar al cargo de profesor en el University College de Londres. Curiosamente, esa universidad fue la primera en Inglaterra en incorporar estudiantes mujeres en paridad con los varones. Parece que sus profesores han sido poco instruidos en las razones institucionales que condujeron a adoptar esa paridad. ¿Cuánto influye un prejuicio en nuestra percepción del mundo, incluso en la formulada bajo los parámetros presuntamente neutrales de la ciencia?

     El ideal de sujeto de la ciencia (racional, objetivo, capaz de abstracción y de pensamiento universal, neutral a toda valoración, literal en el uso del lenguaje) fue la característica compartida en los orígenes de la ciencia por los investigadores europeos que triunfaron en la institucionalización normativa de sus condiciones. Bajo el amparo de ese ideal construyeron argumentos que negaban esas características a las mujeres y a otros sujetos ausentes de la construcción del conocimiento científico. Y usaron esos argumentos como razones para la expulsión.

       Recordemos que la científica más célebre, Marie Curie, doctorada cum laude en la Universidad de París, que ganó el Premio Nobel de física en 1903 y el de Química en 1911 (con lo excepcional que resulta ganar esa distinción dos veces y en dos disciplinas diferentes) jamás fue aceptada por la Academia de Ciencias de París. Le dijeron que “era obvio” que no podían ingresar mujeres. Y ante su reclamo decidieron incluir una cláusula que explícitamente impidiera la inclusión de mujeres en la Academia.

    Finalmente lo logramos, tenemos representación en todas las áreas de la ciencia (las más desafiantes son las ingenierías), pero no hemos logrado todavía diluir el pánico moral que genera nuestra presencia en los laboratorios. Las científicas reaccionaron con humor, sacándose fotos con sus uniformes que están lejos del paradigma glamoroso y sensible que describió Hunt (“ellas se enamoran de nosotros, nosotros nos enamoramos de ellas, y cuando las criticamos lloran”).

   Porque no son sólo nuestras presencias físicas lo que atemoriza, son también nuestras características mentales, emocionales y lingüísticas. Recordemos que ya en 1666 el filósofo Samuel Parker, en Censura libre e imparcial de la filosofía platónica advertía: “Todas aquellas teorías filosóficas que son expresadas sólo en términos metafóricos no son verdades reales sino meros productos de la imaginación, vestidos con unas pocas palabras huecas llenas de lentejuelas. Cuando sus disfraces extravagantes y lujuriosos entran en la cama de la razón, la profanan con abrazos impúdicos e ilegítimos.”

        Es en la casta cama de la razón donde nuestra presencia inquieta…

Respuestas a Tim Hunt: La “cuestión de las mujeres” en ciencia

por Juana L. Gervasoni Dra. en Fisica -CAB-IB-CNEA-CONICET

       El Dr. Tim Hunt, premio Nobel de Medicina 2001, y miembro de la Real Sociedad de Londres, dijo acerca de las  mujeres en los ámbitos de investigación científica: “…tres cosas pasan cuando hay mujeres en el laboratorio… Te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti y cuando las criticas, lloran.” En los dichos de Hunt hay una dureza de juicio sobre las mujeres en general, y científicas en particular, que llevó a un rechazo mundial generalizado. De repente y brutalmente, se puso en evidencia la vieja concepción de un género superior a otro.
Porque está tan vigente esta proyección de este problema tan antiguo?, porque esa permanente persistencia de la dificultad masculina para considerar a la mujer su igual?, cómo perdura un tipo de relaciones de los varones con las mujeres  que, lejos de considerarlas sus iguales, colegas, compañeras, tienden a verlas, inevitablemente, como criaturas sexuales, caprichosas e indisciplinadas, en el fondo, la mujer “fatal”?.

       Subyacen en sus declaraciones, a pesar de su pensamiento científico exquisitamente sofisticado, miedos ancestrales. Sus dichos reflejan el estereotipo histórico de mujer pretendidamente fatal que acarrea peligro al hombre del que se encapricha y al que intenta seducir. Este es un invento de los varones sobre la peligrosidad femenina. (Nuestra sociedad no suele hablar del hombre fatal, ni siquiera para referirse al violador, o al que mata…) Y la ciencia, una actividad humana más en definitiva, carga con la historia que naturaliza estas situaciones. Por eso, es necesario que las instituciones científicas se involucren en los enfoque de género.

       Quisiera aportar algunas reflexiones que ayuden a esta justificación: Los distintos movimientos de mujeres emergen en un contexto político patriarcal de culturas diferentes. Como primera medida metodológica, fueron esos movimientos del siglo XX los que hicieron  visibles los sesgos, desmantelando los mitos que subyacen en los distintos saberes: la objetividad, la neutralidad y la racionalidad. La misma retorica científica contribuye a ello mediante la construcción de un método formal de comunicación que oculta los procesos de la toma de decisiones. Enmascara y oculta la participación del sujeto activo mediante el uso de un estilo impersonal y aséptico, dando la impresión de que no existe un yo investigador. Con respecto a la metodología feminista y su relación con la metodología científica, esta última asume muchos de los postulados desarrollados por la filosofía de la ciencia y por la tarea de análisis crítico que autoras y  autores han realizado con respecto al método. A las científicas nos corresponde analizar los sesgos androcéntricos, patriarcales y sexistas de la ciencia tradicional y moderna en los contenidos, los significados inscriptos en el lenguaje, la práctica de la investigación, y los mecanismos de exclusión.

       Las teorías que anclan en la óptica de género son definitivamente una crítica cultural. En las ciencias, estas teorías poseen instrumentos analíticos que otras disciplinas no poseen, y en este sentido se vuelven imprescindibles para comprender numerosas cuestiones, para modificarlas a favor de la igualdad y para construir conocimiento con elementos que son patrimonio humano universal. Abordar este problema desde el seno de las instituciones científicas, no es “asunto de mujeres científicas”, no es sectorial, sino que aportaría elementos de análisis de la realidad, con un caudal de pensamiento crítico con potencial de participación y enriquecimiento de hombres y mujeres.