viernes, 25 de noviembre de 2011

En memoria de las tres mariposas



La violencia contra las mujeres es:
“Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino, que tenga
o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción y la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada” (Naciones Unidas, 1993. Declaración sobre la Eliminación de la violencia contra la mujer).

*Rosana Rodríguez

El 25 de noviembre, Día internacional de la No violencia contra las mujeres se conmemora en homenaje a las hermanas Mirabal. Conocidas como las tres mariposas, por su nombre secreto en la resistencia a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en la República Dominicana, uno de los tiranos más brutales que haya conocido América Latina.
Patria, Minerva y María Teresa se transformaron en un símbolo de la libertad en todo el mundo, luego de que fueran brutalmente asesinadas a garrotazos por los sicarios de Trujillo, por formar parte de un movimiento de resistencia contra el régimen.
El 25 de noviembre de 1960, sus cuerpos fueron encontrados en un acantilado en la costa junto al jeep que las transportaba, haciéndolo parecer un accidente. Esta tragedia contribuyó a despertar la conciencia en la población, seis meses más tarde, un grupo de conspiradores ajusticiaron al caudillo, poniendo fin a treinta años de abusos, torturas, asesinatos y corrupción. A partir de este acontecimiento comienza el proceso de reinstauración de la democracia en ese país.
Es en honor a estas tres valientes hermanas, heroínas de la lucha clandestina antitrujillista, que se declara el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres, durante la celebración del I Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe realizado en Bogotá, en 1981.
En ese Encuentro las mujeres denunciaron la violencia tanto a nivel doméstico, como la violación y el acoso sexual a nivel de estados, incluyendo la tortura y los abusos sufridos por las mujeres prisioneras políticas. En el año 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la propuesta y le asigna carácter oficial, con el apoyo de 60 países.
Estas tres mujeres con un coraje especial, estudiosas dedicadas, se comprometieron con la libertad política de su país, oponiéndose con firmeza a una de las dictaduras más opresoras y duras que sufrió Latinoamérica. A causa de su incansable actividad rebelde, fueron encarceladas, torturadas y brutalmente asesinadas.
Dice Minerva:
“Toda mi vida he tratado de irme de casa. Papá siempre se quejaba de que, de sus cuatro hijas, yo debería haber sido varón, pues había nacido para andar libre. Primero quise ir al colegio, luego a la universidad. Cuando con Manolo (su marido) y yo empezamos en el movimiento clandestino, yo era quién viajaba entre Monte Cristi y Salcedo, conectando célula con célula. No podía soportar la idea de vivir encerrada en una sola vida” (Álvarez, Julia, 1994: 252).
De este modo Minerva relata la vida que eligió, una vida en libertad, vida razonable para un varón pero inadmisible para una mujer. Sus comportamientos deben corresponderse con los adecuados para su sexo. De una mujer se espera que sea madre y esposa, cuidadora del bienestar físico y emocional de su familia. Para los varones, en cambio, ha sido creado el mundo público, del saber, las ciencias, el trabajo y la política. Esta estructura de jerarquías que se trasmite en los procesos de socialización es una estructura patriarcal que ha favorecido la desigualdad de las mujeres. Bajo los supuestos de las leyes de la naturaleza, a las mujeres se les ha expropiado de sus derechos como personas, del derecho a su propio cuerpo, a su sexualidad, a su salud, a su bienestar, a su participación social y política, obligándolas a recluirse en el hogar. Despojadas del valor simbólico y económico de su trabajo como cuidadoras, educadoras, sanadoras y garantes de la trasmisión de valores sociales y culturales, las mujeres, aún así, se han rebelado mediante múltiples estrategias a cumplir con la obligatoriedad de un mandato injusto y arbitrario, y se arriesgaron a cuestionar lo incuestionable.
La incorporación inconsciente de las relaciones de dominación-sumisión social propias del sistema patriarcal, establece las relaciones de poder como única forma de vincularse varones y mujeres, que implican desigualdad y que son siempre violentas porque suponen el predominio y la valoración de los deseos, necesidades, intereses, creencias, etc. de los varones sobre las mujeres. La violencia masculina consiste en colocar a las mujeres bajo el poder real y simbólico de los varones. Todos los discursos y todas las religiones legitiman que las mujeres deben estar en manos de los varones al igual que sus destinos, pues ellos saben lo que es justo y legítimo. Así es que todas las sociedades, más o menos han creído y reforzado la idea de que las mujeres son inferiores a los varones.
De este modo la violencia es aprendida socialmente, no es innata ni biológica, ni está registrada en la genética del varón, es una forma de ejercer el poder mediante el empleo de la violencia física, psíquica, económica o política. La violencia contra las mujeres nace de un sistema de relaciones de género anclado en la organización social y la cultura que a lo largo de la historia ha establecido que los varones son superiores a las mujeres, y tienen diferentes cualidades y por ello deben ejercer diferentes roles. Estos roles estereotipados asignan la dominación, el poder y el control a los varones y la sumisión, la dependencia y la obediencia a las mujeres.
Nuevas modalidades del patriarcado
Pero algo ha cambiado, muchos podrían decir que estamos en condiciones de igualdad, sin embargo, la violencia contra las mujeres no ha decrecido. Como sostiene Amelia Valcárcel lo que estamos presenciando es una violencia igualitaria, dado que los varones vivencian situaciones de igualdad como ataques a su virilidad, de modo que asumen en fratía con su género, la responsabilidad de poner a las mujeres en su sitio (Valcárcel, Amelia, 2008: 24). Segato y Amorós en la misma línea, sostienen que toda expresión de autonomía por parte de las mujeres, es comprendido como una pérdida de los considerados “naturales” privilegios masculinos, que sumado a la ilusión de disminución de sus beneficios, ventajas y placeres ante el avance de las mujeres, que abandonan su rol tradicional de pasividad y obediencia y buscan desarrollar su libertad, provocan una reacción violenta de mayor intensidad por parte de los varones (Segato, Rita, 2005; Amorós, Celia, 2008).
Se trata de inscribir en los cuerpos de las mujeres, un mensaje ejemplificador para todas las mujeres, promovido por las comunicaciones en el contexto actual de globalización. Entonces, si la justificación de la vieja violencia contra las mujeres era su inferioridad, ahora es la condición de igualdad la que provoca la ira del maltratador, es su autonomía, su capacidad para poner fin al ciclo de violencia que vivía con su pareja, o por el sólo hecho de controlar y disciplinar cualquier conductas que se desvíe de su rol “natural”. Por otra parte, en toda sociedad, señala Segato, se manifiesta una mística femenina, de culto a la maternidad, valoración de la virginidad, la pasividad y docilidad femenina. El quiebre del orden instituido es significado como una amenaza a la integridad masculina.
La violencia se refiere a todos esos actos o amenazas que, tanto en el hogar como en la comunidad, incluyendo los actos perpetrados por el estado, producen daño, miedo e inseguridad en las mujeres para desarrollar cualquier aspecto de su vida en libertad. El miedo es esa trampa mortal, que explica las dificultades de las mujeres para buscar ayuda.
María Teresa, 17 de marzo de 1960 escribe en la cárcel, sobre ese miedo que la paraliza:
“Lo peor es el miedo: cada vez que oigo pasos por el corredor, o el ruido metálico de la llave al dar vuelta en la cerradura, siento la tentación de meterme en el rincón como un animal herido, y gimotear. Pero sé que si hago eso me entrego a una parte baja de mi ser, que es menos que humana. Y es lo que ellos quieren, sí, eso es lo que buscan” (Álvarez, Julia, 1994: 69).
Esta historia no ha dejado de repetirse, a cada instante en algún lugar del mundo, una mujer mueren a causa de golpes y maltratos infligidos no sólo por integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad, sino también por funcionarios públicos, maridos, convivientes, amantes o exparejas. La violencia contra las mujeres requiere de un análisis profundo de sus estructuras, de las nuevas modalidades que habilita el patriarcado moderno, que descarga su horror sobre las mujeres como una estrategia de reafirmación de identidad patriarcal.
Romper el silencio sobre la violencia contra las mujeres y pasar a la denuncia y a la acción no es fácil. El carácter cíclico de la violencia da cuenta de que estas formas de maltrato no provienen de agresiones casuales entre iguales sino de ataques sistemáticos de parte de quienes tienen más poder: los varones.
Las mujeres en situación de violencia se encuentran con miles de obstáculos para salir de la agresión, que son eminentemente sociales y estructurales, como la falta de respuestas institucionales, las presiones legales y religiosas a favor de la reconciliación, el peso de los mandatos sociales sobre las mujeres para que cedan en sus proyectos personales a favor de lo que el agresor le pide. Como hemos señalado, la violencia se mantiene y se legitima socialmente, es producto del sistema patriarcal y del sistema sociocultural de género. Por ello es central, para erradicar la violencia contra las mujeres, tomar conciencia de los estereotipos y prejuicios sexistas, y de los procesos y medios a través de los cuales se produce su transmisión. Transformar el beneplácito, la complicidad y el silencio ante la violencia debe ser un compromiso para toda la sociedad. Promover otros modelos de relación, atender las demandas de las mujeres y garantizar la erradicación de toda forma de violencia es una obligación del Estado.


Bibliografía citada:
Álvarez, Julia (1994): “El tiempo de las mariposas”, Buenos Aires, Editorial Atlántida.
Amorós, Celia (2008): “Mujeres e imaginarios de la globalización", Rosario, Homo Sapiens.

Segato, Rita (2005): “Las estructuras elementales de la violencia”, Buenos Aires, Prometeo.

Valcárcel, Amelia (2008): La violencia contra las mujeres. En "Ni el aire que respias. Pensamiento científico ante la violencia de género", Sevilla, Colección señales 3.

domingo, 20 de noviembre de 2011

CONFERENCIA “MUJERES DE LA MÚSICA”





CONFERENCIA “MUJERES DE LA MÚSICA”
Dra. Ana Lucía Frega

Miércoles 23 de noviembre, 12.00 hs.
Auditorio Adriana Bonoldi. Escuela de Música, Lavalle 373, ciudad.
Entrada Libre y Gratuita.
Organizan: Secretaria de Posgrado - FAD - UNCuyo
Maestría en interpretación de música latinoamericana del Siglo XX.

Avala e invita. IDEGE- UNCUYO


El tema de la conferencia es el lugar de las mujeres en la música en Argentina.

La Dra. Frega ha realizado una nueva edición, corregida y ampliada, de su libro Mujeres de la música, con un prólogo especial para esta edición a cargo de la destacada escritora argentina María Sáenz Quesada.
El libro es un estudio sobre compositoras, cantantes, instrumentistas, promotoras y educadoras en música, en el cual la autora entrega una visión de conjunto de la actividad musical en Argentina.

A través de este trabajo, la Dra. Frega brinda un exhaustivo panorama histórico, informa en una gran variedad de temas que vinculan el mundo de las mujeres y la música, y reflexiona acerca de la relación entre las mujeres y el arte.

Ana Lucía Frega es Doctora en música con mención en educación. Miembro de número de la Academia Nacional de Educación de Argentina. Directora y docente de la Maestría en Didáctica de la Música; coordinadora y docente de Licenciatura en enseñanza de la Música (CAECE, Buenos Aires). Directora del Centro de Investigación en Educación Musical del Collegium Musicum de Buenos Aires (CIEM) y docente en Post-Grado en el Doctorado en Música de la Universidad Nacional de Rosario. Fue Presidente de la International Society of Music Education (1994/2000); miembro del Comité Ejecutivo Internacional del International Music Council / UNESCO (1997/2003) y fundadora y miembro del ejecutivo de la International Society for the Philosophy of Music Education. Directora del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (1981/1991). Es profesora invitada en Universidades de Latinoamérica, Europa, USA y Canadá, África y Asia. Ha publicado más de sesenta libros en Argentina y en España, con traducciones al inglés.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Mujeres compositoras

Por Elena Dabul*

La figura del compositor, ejemplicada en los casos de genios inmortales de la tradición musical clásica europea, como Bach, Beethoven y Brahms, por nombrar sólo tres, es objeto de veneración para el intérprete, quien debe desentrañar el pensamiento musical a partir de sus escritos. La historia nos ha dado cantidades de hombres dedicados a la composición musical, pero escasísimas mujeres conocidas en esta rama del arte.  
Nelly Gómez e intérpretes, Agustina Aguirre y Noelia Pavez
En los últimos años y como consecuencia de los cambios sociales, culturales y políticos, las mujeres compositoras han abierto y proyectado sus propios espacios. Es así como se han creado asociaciones que las agrupan, como la Internacional Alliance for Women in Music, fundada en 1995 como fusión de tres entidades que funcionaban desde la década de los `70, además de sociedades nacionales en distintos lugares del mundo.
En nuestro país, la primera institución en su tipo es el Foro Argentino de Compositoras, creado en 2004 a instancias de Amanda Guerreño, quien fue su primera presidenta. En su manifiesto “Creatividad, compromiso y diálogo”, proponen una alternativa de cambio a través de la visión de las mujeres y sus intervenciones en los diferentes modos del quehacer cultural, con un co-protagonismo en los fenómenos estéticos, educacionales y sociales contemporáneos.
Basándose en la creatividad, asumen el compromiso de respetar los principios elementales de convivencia y promueven la interrelación con otras disciplinas artísticas que aborden problemáticas semejantes. Su misión no se limita al arte y la cultura, sino que también brinda a la sociedad un aporte fraterno y solidario, con acciones concretas para la población infantil más vulnerable.
No excluyen de sus actividades, al contrario de lo que podría suponerse, a compositores e intérpretes varones, porque su ánimo no es segregarse sino dar y compartir desde su óptica de mujeres artistas.
Otras de las propuestas es salir del círculo conocido de salas de concierto y llevar la música a otros espacios, como escuelas, clubes y plazas, entre otros. Gracias a esa apertura por fuera de determinado circuito, conocí el Foro Argentino de Compositoras en 2009. Entablé con ellas una relación desde la Facultad de Artes y Diseño, que culminó, luego de casi un año de trabajo, con el Curso de Música de Cámara Argentina "Creadoras e Intérpretes: El Arte del decir en la Música Nueva", que se llevó a cabo en la Escuela de Música, entre el 27 y el 29 de setiembre de 2010. El curso fue dictado por siete prestigiosas representantes del Foro, desde la Cátedra de Música de Cámara, bajo mi organización y coordinación.
Eva Lopszyc, Nelly Gómez, Irma Urteaga, Amanda Guerreño, Cecilia Fiorentino, Laura Otero –todas de Buenos Aires- y Adriana Figueroa –de Mendoza- fueron quienes, en un hecho sin precedentes, enseñaron sus propias obras a partir de la preparación previa de las mismas. Alumnos y egresados formaron agrupaciones de cámara especialmente constituidas para estudiar y trabajar la interpretación técnica y estilística durante varios meses en mis clases de Música de Cámara, con el apoyo de la Prof. Dora De Marinis.
La selección y el armado de las obras fueron muy complejos, ya que se debió buscar a los intérpretes de los instrumentos necesarios para cada obra, conformar los grupos, estudiar las partes individuales y realizar ensayos y clases específicas.
 
Elena Dabul y Eva Lopszyc
Durante el desarrollo del curso los encuentros fueron muy intensos, con valioso intercambio de ideas, y comprendieron tres instancias: clases magistrales, una charla-debate que se denominó "La compositora en la Argentina", y un concierto de cierre. Las clases fueron impartidas por las compositoras, cada una a cargo de los grupos que interpretaron obras de su autoría.
            La motivación para los alumnos y egresados participantes fue doble, al vivir una nueva experiencia de acercamiento con compositoras de carne y hueso, en un hecho de enorme enriquecimiento, por sentir la presencia y tener frente a sí al autor del papel, y más novedoso aún, por tratarse nada menos que de siete creadoras mujeres. En este particular marco, la comunicación se manifestó única e irrepetible y redundó en la comprensión e interpretación del mensaje musical, en relación al testimonio de sus autoras.
Además los jóvenes tuvieron un incentivo para su aprendizaje musical en el descubrimiento de elementos familiares en la música de cámara argentina contemporánea. Se consideró a los intérpretes como re-creadores del lenguaje y se respetó su expresión y sugerencias.    
Todos los encuentros entre intérpretes y compositoras se desenvolvieron en un ambiente especial, en el cual los jóvenes se sintieron muy cómodos y pudieron dialogar con las compositoras en profundidad sobre la música, lo que se tradujo en una intensa movilización afectiva de entrega y compromiso de parte de los jóvenes y de emotiva recepción de las creadoras.
Otro punto de enorme importancia fue la experiencia de la participación en un estreno absoluto. Los alumnos protagonistas tuvieron el privilegio de interpretar por primera vez “Celeste” de la compositora mendocina Adriana Figueroa, con la guía de la internacionalmente premiada autora, en el concierto de cierre. También en esa ocasión se escucharon estrenos en Mendoza, de obras de Laura Otero, Cecilia Fiorentino, Amanda Guerreño, Eva Lopszyc y Nelly Gómez.
Las actividades contaron con el apoyo de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo y la Secretaría de Bienestar Universitario.
Para terminar, comparto algunos testimonios que en su momento manisfestaron  las compositoras invitadas:

De izquierda a derecha, Eva Lopszyc, Amanda Guerreño, Laura Otero, Nelly Gómez, Irma Urteaga y Cecilia Fiorentino
“…En cuanto al encuentro, no tengo sino palabras de agradecimiento por todo lo organizado tan brillantemente por vos y por el esfuerzo que significa el congregar a tal cantidad de alumnos, escuchar sus obras, corregirlos, orientarlos, reunirlos..... Gracias por esta tarea y por la receptividad de los chicos; …lo acogedores que fueron todos… No sé cómo vamos a poder retribuir esta solicitud por parte de ustedes. Un gran abrazo de mi parte y a todos los presentes en este hermoso encuentro (alumnos, profesores, colegas y amigos).” Irma Urteaga

“Quería compartirte el sentimiento de satisfacción y alegría que he experimentado junto a ustedes y que aún guardo en mi corazón. Fueron unos días muy intensos pero plenos de emociones, producto de percibir las ganas, el entusiasmo y la dedicación de todos los artífices de este encuentro. Gracias por toda tu gestión, tu compañía, tu amabilidad y sensibilidad. MUCHAS GRACIAS! Con afecto.” Laura Otero

“Quiero decirles a todos que conservaré un muy grato recuerdo de mi estadía en Mendoza, del muy buen nivel académico con que me encontré, de la excelente disposición y receptividad de los alumnos y docentes de la Universidad, y sobre todo de tu calidez, amabilidad y eficiencia organizativa. Un afectuoso abrazo para todos, y hasta siempre.” Cecilia Fiorentino


*Prof. Titular Música de Cámara
Investigadora Cat. II
Facultad de Artes y Diseño
Universidad Nacional de Cuyo
  





jueves, 10 de noviembre de 2011

Hospital Universitario dictará cursos en Salud, con enfoque de Género y Derechos Humanos

Publicada el 10 DE NOVIEMBRE 2011, 12:34 En La universidad.

El Hospital Universitario de Mendoza abrirá el dictado de ciclos formativos sobre “Buenas Prácticas para la Intervención Socio-Sanitaria: incorporación de la perspectiva de género y derechos humanos”.
Hospital Universitario dictará cursos en Salud, con enfoque de Género y Derechos Humanos
La capacitación empieza el lunes 14 a las 11, en el Auditorio del Hospital.
El primer encuentro tendrá lugar el próximo lunes 14 de noviembre, a las 11, en el Auditorio del Hospital Universitario (Paso de los Andes 3051, Ciudad de Mendoza).
La iniciativa es compartida con el Instituto de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Cuyo, en el marco de su Programa de Inclusión Social e Igualdad de Oportunidades.
La formación que se ofrece está dirigida a trabajadores/as de salud de la Provincia de Mendoza, con el objetivo de promover buenas prácticas en la intervención socio-sanitaria, habilitando un espacio de construcción de conocimiento y revisión crítica desde las experiencias profesionales.
En ese marco, adquiere relevancia el abordaje interdisciplinario, entendiendo por interdisciplina la constitución de conocimientos nuevos a partir de los aportes de disciplinas diversas. El diálogo entre las disciplinas es necesario para entender problemáticas complejas como las de salud, en las cuales se cruzan cuestiones biológicas, éticas, sociales, psicológicas (entre otras).
Solicitar información al teléfono 4135011; 4135021 o personalmente en Paso de los Andes 3051 de la Ciudad de Mendoza. www.hospital.uncu.edu.ar; e-mail: info@hospital.uncu.edu.ar