jueves, 8 de marzo de 2012

8 de marzo, día internacional de las mujeres. Rememoraciones


Desde hace más de un siglo, el día de las mujeres es una jornada de conmemoración y lucha, una marca en el tiempo que convoca el trabajo de la memoria, punto de condensación del esfuerzo colectivo que generaciones enteras de mujeres han hecho por construir un mundo más justo donde se respeten los derechos de la mitad de la humanidad, se nos reconozca como iguales, un mundo donde la diferencia corporal no sea causa de discriminación sexista.
Como suele suceder la fecha es objeto de disputa. La mayor parte de los medios de comunicación procuran por modificar su contenido transformándola en un equivalente de los muchos días de… un buen momento para regalar cosas que se compran y se venden, un buen momento para restaurar imágenes tradicionales y subalternas ligadas, se dice, por esencia a la feminidad, a lo que algunos/as consideran nuestra verdadera naturaleza.
Las mujeres hemos debido y debemos, como lo ha señalado Adrienne Rich, luchar contra la amnesia que borra nuestras huellas de la historia, disolver con paciencia la nostalgia que nos desea eternamente femeninas y sin derechos.
El 8 de marzo está históricamente ligado a la lucha de las mujeres por sus derechos, a la pugna de las obreras por condiciones dignas de trabajo, a la sindicalización de las trabajadoras como respuesta a las condiciones de explotación a que fueron sometidas en la fase inicial del capitalismo industrial, a los combates por el socialismo en tiempos en que Lenin disputaba por la conducción de la Segunda Internacional, en que Zetkin y Luxemburg confrontaban con la dirigencia de la socialdemocracia alemana por un programa que tuviera en cuenta la paz, los derechos de las operarias, que fuera el camino para la construcción de un internacionalismo socialista que pudiera decirse tal.
Era la víspera de la primera guerra mundial, pero también del asalto al palacio de invierno.
Existen diversas fechas y versiones sobre los orígenes de la conmemoración, la más conocida es la de un incendio ocurrido en una fábrica textil de Nueva York en 1857, donde habrían muerto quemadas las obreras que hacían una huelga. Según la historiadora canadiense Renée Côté, no existen pruebas documentales de que un incendio de esas características se produjera ese año, ni de que ese hecho fuera el motivo para establecer una jornada internacional de las mujeres. Las historiadoras feministas señalan que lo que pasó en 1857 fue, en verdad, la realización de una marcha convocada en el mes de marzo por el sindicato de costureras de la compañía textil de Lower East Side, de Nueva York, que reclamaban una jornada laboral de 10 horas. Desde 1908 las mujeres del Partido Socialista Norteamericano instauraron unas jornadas de reflexión y acción denominadas Woman's Day. La primera tuvo lugar el 3 de mayo de 1908, en el teatro Garrick de Chicago, con el objetivo central de hacer campaña por el sufragio y contra la esclavitud sexual.
En 1910, Clara Zetkin propuso, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague, el establecimiento del Día de la Mujer para promover las vindicaciones de las mujeres en aquel tiempo: derecho al sufragio y demandas de derechos laborales por parte de las trabajadoras. Zetkin reivindicaba un internacionalismo fraternal que tuviera en cuenta como horizonte la liberación de las mujeres y su pleno desarrollo como seres humanos para la construcción de una sociedad socialista.
Las experiencias del pasado, esos hitos que las mujeres recogemos con dificultad, dispersas como nos hallamos entre los hombres, cruzadas por diferencias culturales, étnicas, de orientación sexual y desigualdades de clase, se presentan de diversas maneras ante el presente pues desde el presente se interroga al pasado a partir de los dilemas del propio tiempo.
Hace más de un siglo Zetkin tenía ante sus ojos un horizonte de problemas que priorizaba la subordinación de las proletarias, lo que ella consideraba su exclusión del orden de la ley, del trabajo productivo, de la ciudadanía. Con una lucidez sin par, de la misma manera que su compañera Rosa Luxemburg advertía sobre los riesgos del racismo, el chauvinismo, la guerra, el sexismo. Fueron las socialistas las primeras en luchar contra las redes prostituyentes.
Nosotras, mujeres latinoamericanas, rememoramos en este ocho de marzo nuestras  escaramuzas en esta larga marcha que muchos historiadores e historiadoras han considerado como la revolución más larga de la historia: una revolución pacífica que se libra día a día en las casas, en los trabajos, en las fábricas, en el campo, en los piquetes, en las escuelas, en las calles y en las plazas, una revolución que procura por el derecho de las mujeres a la autonomía, al derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, a vivir vidas libres de violencia patriarcal y heterosexista.

Escrito por eva rodríguez agüero y alejandra ciriza
Mendoza, 8 de marzo de 2012




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